En una semana la
primera fase de la aventura habrá terminado.
Me queda demasiado cerca en la
cabeza y en el corazón el 2 de Septiembre de 2012. Llegué a la estación de
Innsbruck con miedo, tristeza e ilusión a partes iguales. Tenía muchas ganas de
ver los Alpes, pero como llegue de noche, me tuve que conformar con las luces
de los refugios que se ven desde la ciudad.
Mi maleta pesaba
poco más de 20 kg y aunque parezca mentira, llevaba conmigo la gran mayoría de
mis pertenencias. Cuando supe que me iba de Valencia hice lo que creo que todo
el mundo debería hacer cuando decide empezar una nueva vida: tirar a la basura,
regalar, reciclar, o en definitiva, deshacerse de todo aquello que no le va a
ser útil. Regalé toda la ropa que no me cabía en la maleta, dejé mis muebles en
la casa donde vivía y las pocas cosas que quise conservar se las di a mi madre
para que me las guardara. He de decir que es liberador y necesario.
Recuerdo la mañana
siguiente como si fuera ayer. Tenía mi primera clase de alemán. Yo, que ni
siquiera conseguía enlazar dos palabras
en inglés, tenía clase de alemán! Recuerdo que miré la dirección y como llegar
al sitio en internet antes de salir de casa. Recuerdo también que me perdí y
tuve que entrar en un estanco a comprar un mapa de la ciudad para volver a
orientarme. No recuerdo como conseguí que la mujer que me lo vendió me
entendiera, pero la cuestión es que ese fue el primer contacto con la realidad:
Aly, la gente no te entiende cuando hablas… Mierda!
Por el día iba a
clase, me acercaba a la ciudad para andar, ver las montañas … Por las noches
lloraba desconsoladamente. Pese a que era el cambio que quería y que
necesitaba, sentía una gran tristeza por haber dejado atrás muchas cosas. Con
el paso de las semanas ese sentimiento perduraba, pero tenía que llegar el día
en que dejase de llorar y empezara a vivir la experiencia. Mi primer contacto
con gente que no fuese la familia con la que vivía lo tuve en un partido de
Rugby y comiendo salchichas. Todo muy austriaco.
Llega un momento
en que debes hacerte consciente de que ya no vives en España, de que no puedes
llamar a tu mejor amigo si un día estás triste, de que si te duele la cabeza tú
madre no está para darte una aspirina, que tu padre no está para mantener una
buena conversación, que tus hermanos tampoco… Pero que pese a todo lo que te
falta, estás consiguiendo un montón de cosas con las que vas a poder ser feliz.
Recuerdo la
primera vez que vi nevar en mi vida. Fue a través de una ventana y con alguien engañándome para que me asomara rápido pese a que todavía no había caído
ni un solo copo. Fue una experiencia inolvidable, la verdad.
Diciembre llegó
casi sin avisar. Creo que empecé a disfrutar realmente a partir de este
momento. No paraba en casa ningún día libre. No importaba donde fuera, si la
música que ponían en los sitios me gustaba o no. Yo solo quería pasármelo bien.
Y la verdad es que tenía muchas ganas de volver a casa por navidad, pero el
sentimiento de añoranza por mi nuevo hogar empezaba a aparecer.
Llego enero y volví de mi casa, a mi otra casa. Pilas cargadas
y un sistema mental diferente, con muchas ganas de vivir la experiencia. En
este mes, pisamos por primera vez el bar
que se convertiría casi en nuestra segunda casa en la ciudad y conocimos a
gente, gente muy importante.
Febrero, Marzo…
No puede ser, he cumplido 27! No fue una gran celebración pero recuerdo con
mucho cariño mi regalo. Gracias!
Y llegó Abril. Un
mes un tanto raro. Lleno de momentos duros pero también buenos, muy buenos.
Mayo… flores, picor de nariz y todo lo que conlleva
la primavera. Innsbruck estaba preciosa, como sigue hasta hoy… bueno, como está
siempre.
Junio… el sol
empieza a darte en la cara y ya sientes un poco el calor. Es en ese momento
cuando recuerdas que viniste solo con 20 kg y que tal vez sería buena idea
comprar ropa de verano. Lo haces y justo 3 días después empieza a llover y
tienes que ponerte las botas y la chaqueta otra vez. Esto es Tirol. Creo que no
se puede hacer eso de cambiar en el armario la ropa de invierno por la de
verano.
Y julio… la recta
final, la resta perfecta de los días que te quedan para hacer las maletas,
dejar tus pertenencias repartidas para volver a reunirlas a tu vuelta, para
poder empezar la segunda fase, para volver a abrazar a tu familia, a tus
amigos, a tus perros, a tus gatos, al vecino… a todo el mundo. Para repartir
amor después de 7 meses de haberlo dado en la distancia.
Son muchos
momentos lo que no puedo (o no quiero) describir en estas líneas, pero que
siempre guardaré en el corazón porque juntos, hacen que haya tenido el mejor año
de mi vida, sin duda.
Gracias a todos.
Gracias Ari, por pensar
que el destino te trajo aquí por algún motivo al igual que yo. Por compartir la
experiencia paso a paso. Por todo.
Gracias Carlos, eres
el único que me entiende cuando bebo muchas cerveza y me da por hablar catalán
y por ser una pieza importante de la aventura.
Gracias Anita,
por ser mi apoyo en los primeros meses en Innsbruck y una gran amiga hasta hoy.
Aunque no tengamos nada en común cuando vamos a comprar al Primark o me entren
ganas de matarte a veces, yo te adoro igual. Te voy a echar mucho de menos en
esta segunda fase. Esperamos visita.
Gracias Tamara
por ser un verdadero encanto. Quien iba a decir que lo que empezó tirando una
cerveza en mita de mucha gente se iba a convertir en una bonita amistad.
Gracias Alberto,
por ser un tío tan genial, buena persona y divertido. Te debo una cerveza a
cambio del triciclo. Aunque ahora que lo pienso, tú me debes un viaje a Suiza.
Yo gano. A ti también te voy a echar mucho de menos.
Gracias Lara, por
ese partido de Rugby y por haber respondido a mis mensajes de ayuda en
internet.
Gracias Sara por
compartir conmigo confidencias y buenos ratos, noches de salsa, teatro… Y todo
lo demás.
Gracias Marcel.
No puedes entender nada de lo que he escrito anteriormente ni lo que voy a
escribir ahora, pero gracias por tu confianza, por tu paciencia con mi poquísimo
inglés y mi nulo alemán, por las reuniones de españoles en las que no entiendes
nada, pero aguantas como un campeón, por las flores de las montañas, los
corazones de chocolate de las líneas aéreas, por tratarme tan increíblemente bien.
Os quiero a todos,
muchísimo.
:'( Gracias a ti por existir! <3 <3 <3
ResponderEliminarmás que una pieza importante soy un pieza de cuidao!!1!
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